viernes, 9 de septiembre de 2011
Último discurso de Goebbels
El último y profético discurso de Joseph Goebbels
"Si nuestros enemigos imponen su voluntad, la humanidad naufragará en un mar de sangre y lágrimas. Habrá guerras y más guerras que se sucederán prácticamente sin interrupción.
Sin duda, serán más reducidas y más aisladas geopolíticamente que esta guerra porque ya nadie se atreverá tan irresponsablemente a provocar una hecatombe semejante a la actual. El honor en el campo de batalla será definitivamente suplantado por la fría y sistemática decisión de matar y destruir a cualquier precio".
"Los hombres se matarán por poseer más, por tener cosas en mayor cantidad, incluso las superfluas y banales.
Las plutocracias naufragarán en una desesperada carrera por dar cada vez más lujos a una humanidad corrompida por la molicie y al final terminarán no pudiendo dar de comer a una población cada vez más numerosa.
Habrá otra vez hambre y desocupados. Y vendrá el bolchevismo a ofrecer tentadoramente las mismas soluciones falsas que nos ofrecieron a nosotros durante ese monstruoso monumento al fracaso y a la ignominia que fuera la República de Noviembre".
"Y aquellos que quieran poner remedio a este estado de cosas no tendrán más remedio que volver la vista hacia lo que nosotros hicimos y hacia aquello por lo cual seguiremos peleando hasta el amargo final. Aquellos que quieran mejorar ese mundo decadente y corrupto tendrán que comprender que plutocracia y bolchevismo no son los únicos caminos transitables para redimir a la humanidad de la miseria y del fracaso. Porque hay un Tercer Camino que es el nuestro, que es el único y el mejor que es aquel que Adolf Hitler nos señalara".
"Vendrán hombres que aún sin mencionarnos, porque les estará prohibido o porque temerán hacerlo, intentarán transitar por ese camino nuestro. Y serán combatidos y traicionados al igual que nosotros lo fuimos. Pero al final, venceremos, porque lo bueno y lo verdadero siempre triunfa sobre este mundo".
Berlín, 19 de abril de 1945 - Joseph Goebbels
Último discurso del Ministro de Propaganda del Tercer Reich, en vísperas del Natalicio de Adolf Hitler.
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