¿A qué aguardan ahora las juventudes a la intemperie?
¿Renunciarán a toda esperanza? ¿Se retraerán a torres de marfil? ¿Aguardarán a
confiar de nuevo en voces partidistas que otra vez las seduzcan para
desencantarlas? Si esto hiciera nuestra generación, se recordaría como una de
las más cobardes y estériles. Su misión es otra, y bien clara: llevar a cabo
por sí misma la edificación de la España entera, armoniosa; por sí misma, por
la juventud misma que la siente y entiende, sin intermediarios ni administradores.
Esta generación, depurada por el peligro y el desengaño, puede buscar en sus
propias reservas espirituales acervos de abnegada austeridad. Cuando se ha
aprendido a sufrir, se sabe servir. En el ánimo de servicio está el secreto de
nuestro triunfo. Queremos ganar a España para servirla. Arrojados a la
intemperie por las tribus acampadas bajo los sombrajos de los partidos,
queremos levantar el nuevo refugio fuerte, claro y alegre en cuyas estancias se
identifiquen servicio y honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario