El fútbol se ha convertido en un claro reflejo de la
sociedad en la que vivimos, se han perdido los valores que hicieron grande a
este deporte llevandolo a la deriva del mercantilismo. Los valores de los
cuáles se nutría el balompié han pasado a un segundo plano dandose, ahora,
primacía al negocio y al futbol-espectáculo, en la forma despectiva de la
palabra, en deprimento de los sentimientos.
La mayoría de los estadios ya no son tales, no son, sino
grandes superficies comerciales, los jugadores una mercancía más que vender y
los aficionados potenciales compradores de todo tipo de productos, el futbol
deriva hacia un deporte a la americana... sin aficionados sólo consumidores.
Queda muy poco de ese deporte popular donde acudían los
padres con los hijos, de ese verdadero sentimiento que se transmitía
familiarmente, de esos campos embarrados, de esos jugadores numerados del 1 al
11 con las camisetas totalmente sucias e incluso ensangrentadas, de esos
aficionados con valores que acudían a ver a unos deportistas que su mayor
motivación era defender un escudo, de los estadios de pie, de aficionados que
salían roncos... queda muy poco de ese futbol de antaño y los pocos que siguen
defendiendo esos antiguos valores son perseguidos y calumniados, como ocurre en
la sociedad con los que no siguen los dictados de la mundialización.
Pero aunque sean pocos, siguen resistiendo y no darán
fácilmente su brazo a torcer. Prometen batalla.
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