La acción más pura y esencial logra retratar los valores de
la vida y las cuestiones eternas de la humanidad con una profundidad mucho
mayor que un esfuerzo humilde y constante.
El problema es que el entorno político moderno ha comenzado
a actuar con la irresponsabilidad propia del arte, reduciendo la vida a un
concierto absolutamente ficticio; ha transformado la sociedad en un teatro y al
pueblo en una masa de espectadores...
Se tiende a honrar a quien ha dedicado toda su vida a una
única empresa, lo cual es justo, pero quien quema toda su vida en un fuego de
artificio, que dura un instante, testimonia con mayor precisión y pureza los
valores auténticos de la vida humana.
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